viernes, 2 de noviembre de 2007

Saint-Germain: El Conde Que Vino De Ninguna Parte


Sin duda, uno de los personajes más controvertidos y polémicos de la historia. De lo poco que se sabe de su vida (a ciencia cierta) es que nació el 26 de mayo de 1696 en un castillo de los Montes Carpatos, hijo del último rey de Transilvania, Ferenz II Rákōczi, y de la princesa Carlota; murió el 27 de febrero de 1784 en Eckenförde, Alemania.

Primeras enseñanzas
EL Rey Ferenz II Rakoczi, que era perseguido por Carlos VI, decide enviar al pequeño príncipe a Florencia donde fue criado e instruido por el último de los Médicis. A la edad de 14 años, asistía a la universidad de Siena y destacaba dentro del movimiento Francmason.

Comienzos de su vida

En 1735 muere su padre en Turquía, dónde se encontraba exiliado. Mientras unos lo sitúan junto al lecho de muerte de su padre, otros aseguran haberlo visto en Holanda junto a un famoso Rosacruz. El príncipe "muere" o pretende morir un año más tarde en Hungría. Inmediatamente después de ese acontecimiento, viaja a Escocia donde estuvo dos años aproximadamente. Dos años en los que no aparece en ninguna crónica social, ni se relaciona con la alta sociedad, ni tiene contacto con nadie. Hasta se desconoce dónde vivió en todo ese tiempo. Ninguna persona pudo dar testimonio de que realmente viviera allí esos años. Tiempo más tarde, confiesa que había estado tratando un tema de vital importancia para la humanidad. A partir de ese comentario, y de su relación con los Rosacruces, surgieron especulaciones sobre la posible misión que podía haber estado llevando a cabo el Conde, relacionada con el Santo Grial. En el siglo VIII, se dio a conocer una posible lista de los miembros del Priorato de Sion, entre los cuales figuraba Saint Germain.

La leyenda empieza poco después de la llegada del conde a París. Según las memorias del pseudónimo «Condesa de B...», tituladas Chroniques de l'oeil de boeuf, una noche el conde acudió a una fiesta organizada por la anciana condesa Von Georgy, cuyo difunto marido había sido embajador en Venecia por los años 1670. Al oír que anunciaban al conde, la condesa dijo que recordaba el nombre de cuando ella estuvo en Venecia. ¿Acaso el padre del conde estuvo allí por aquella época? No, contestó el conde, él mismo había estado allí, y se acordaba muy bien de la condesa: una hermosa y joven muchacha. Imposible, replicó la condesa. El hombre que ella conoció entonces tenía por lo menos 45 años, aproximadamente la misma edad que el conde tenía en aquel momento. «Madame», dijo el conde sonriendo, «yo soy muy viejo». «Pero entonces usted debe tener casi 100 años», exclamó la condesa. «No es del todo imposible», replicó el conde, exponiendo algunos detalles que convencieron a la condesa, la cual exclamó: «Me ha convencido. Es usted un hombre sumamente extraordinario, un demonio». «¡Por el amor de Dios!», exclamó el conde con voz de trueno. «¡No pronuncie estos nombres!» Le sobrevino un temblor o calambre por todos los miembros del cuerpo, y abandonó la sala inmediatamente.

Un hombre elegante, de noble dignidad e impecable cortesía que hipnotizó a la alta sociedad parisina. Dicen que aparentaba unos 30 años, que sus manos estaban llenas de diamantes, y que sus lacayos vestían de uniforme con botones de oro. Tenía una gran memoria y sorprendía a todos hablando sin acento 14 idiomas, entre ellos muchos dialectos orientales. Aseguraba también ser capaz de interpretar jeroglíficos egipcios. Tocaba con gran maestría el violín e interpretaba en piano piezas dignas de un gran concertista. Al introducirse en la masonería francesa, aseguró ser el más antiguo miembro de los masones, ostentando 300 años de edad. Aseguraba haber conocido personalmente a la Sagrada Familia y haber propuesto personalmente la canonización de Santa Ana en el primer Concilio de Nicea en el año 325. En 1760, el rey Luís XV lo envía a La Haya como su representante personal para negociar un préstamo con Austria para la financiación de la guerra de los siete años con Inglaterra. Allí se ganó un enemigo muy poderoso, el Duque de Choiseul, ministro de asuntos exteriores de Luís XV. Éste descubrió que el Conde hacía sondeos con la intención de firmar la paz entre Inglaterra y Francia. Cuando lo descubrieron, Saint Germain escapó a Inglaterra y luego a Holanda. No fue detenido ni estuvo en la cárcel como aseguran algunas biografías.

Conde de Surmont
En Holanda se dio a conocer como el Conde de Surmont. Se dedicó a recoger dinero para construir un laboratorio para elaborar pinturas y colorantes. Además de tratar el "ennoblecimiento de los metales". Pero desaparece de Holanda llevándose 100.000 florines.

Marqués de Monferrat
Reaparece más tarde en Tournai, Bélgica, adoptando la identidad de Marqués de Monferrat. Allí también pidió contribuciones para un laboratorio, para luego volver a huir.

General Welldone
En 1768 se le sitúa en Rusia, en una conferencia junto a la Reina Catalina de Rusia. Allí fue nombrado consejero del Conde Alexēi Orlov, jefe de las fuerzas imperiales rusas. Y más tarde fue declarado oficial del ejército ruso, haciéndose llamar General Welldone.
Años más tarde (1774) se lo sitúa en Nuremberg, intentando obtener fondos de Carlos Alejandro, margrave de Brandenburgo nuevamente con la intención de instalar otro laboratorio. Allí se presenta como el príncipe Rákōczy, pero lo descubrieron como Saint Germain, y partió en 1776. Se presenta en Leipzing ante el príncipe Federico Augusto de Brunswick como Francmasón de cuarto grado. Una acción verdaderamente arriesgada, teniendo en cuenta que Federico era Gran Maestre de las Logias Masónicas Prusianas. El príncipe lo descubre y huye nuevamente.

¿Estaba muerto de verdad el conde? Algunos entendidos se atreven a afirmar que la muerte del Conde en el castillo del Duque Carlos, en Suecia, en 1784, es tan falsa como su nacimiento.
Voltaire, dijo en una carta a Federico el Grande: "El Conde Saint Germain es el hombre que nunca muere y que todo lo sabe".
Se vio al Conde en 1785 en una conferencia muy importante junto a la Reina Catalina de Rusia, en 1793 se apareció ante la amante del rey Jeanne Dubarry. En 1920 el Obispo Leadbeater habla con el Conde en Roma. Hace algún tiempo no se le ha vuelto a ver pues se le ofreció la ascensión a un plano superior donde goza de más libertad para sus funciones de Avatar de la nueva era, sin embargo el señor Maha Chohán dijo que había tenido una comunicación reciente con él y que el maestro necesitaba de un nuevo contacto con la parte física que antes tenía.

El mensajero del Esoterismo
Si bien la existencia del Conde, a veces en realidad se hace más dudosa, en el ocultismo y la teosofía lo consideran como uno de los maestros y mensajeros del más allá, gracias al supuesto don de la vida eterna.

FUENTES:
Wikipedia Actos de Amor Mundo Paranormal - Conde de Saint-Germain

1 comentario:

Joan Anderson dijo...

bien!!!..seguiste mi consejo..esta muy buena esta historia... muy interesante...

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