viernes, 8 de junio de 2012

El campeón descalzo.

El primer gran héroe africano vino de Etiopía. Su nombre era Abebe Bikila (Jato 1932 - Addis Abeba 1973) y su gran mérito fue lograr el primer oro para África en unos Juegos Olímpicos al ganar descalzo la maratón batiendo el récord del mundo y repetir victoria cuatro años más tarde en Tokio, también bajando la plusmarca mundial. Bikila demostró que el continente negro estaba capacitado para ponerse a la altura de occidente, no sólo a través de sus revoluciones que estaban llevando a cabo sus independencias, sino también a través del deporte. Y lo hizo en un país que, bajo el régimen de Mussolini, había sido el opresor de su pueblo.

Bikila comenzó a correr más bien tarde. Le gustaba, pero nunca pensó en dedicarse a ello hasta que vio a unos compatriotas suyos desfilar por el Palacio del emperador Haile Selassie I con la equipación oficial de su país. Eras los atletas etíopes que había participado el Melbourne'56. A un miembro de la Guardia Imperial como él eso de defender a su pueblo con el simple esfuerzo de sus piernas le atraía mucho.

Así comenzó su andadura como atleta. Poco a poco comenzó a ganar diversas pruebas de fondo y batiendo récords en el campeonato de las Fuerzas Armadas, entre ellas la maratón. Sin embargo, pese a su cierto reconocimiento, fuera de Etiopía no le conocía nadie y no fue seleccionado para participar en los Juegos de Roma. Hay veces que el destino es caprichoso y con Bikila lo fue. Una lesión jugando al fútbol de uno de los miembros del equipo de maratón permitió su inclusión. Él no desaprovecharía el regalo que le hicieron.

Bikila pasó a la historia el 10 del septiembre de 1960. Aquel día un etíope desconocido empezó la maratón descalzo. Las zapatillas que le dieron para correr, unas Adidas (patrocinador olímpico) no le resultaban cómodas. Aunque él se encargaría de darle un toque heroico al final de la prueba. "Quería que el mundo supiera que mi país, Etiopía, ha ganado siempre con determinación y heroísmo", dijo.

Todo el mundo se quedó impresionado viendo a un atleta correr descalzo al tiempo que pensaban que así no iba a llegar a ninguna parte. Pero lo cierto es que llegó muy lejos. Bikila se destacó muy pronto sobre el empedrado romano y junto con el marroquí Rhadi Ben Abdesselam, el gran favortio, llegaron hasta los últimos 3 kilómetros.Cuando ambos pasaron junto al obelisco de Axum, expropiado a los etíopes, Abebe apretó para llegar solo a la meta estableciendo una nueva plusmarca mundial de 2h15:16. Bajo el arco de Constantino, el mismo desde el que Mussolini partió con su ejército a la conquista de Etiopía, Bikila redimió a los suyos y puso a Italia a sus pies.

Cuatro años más tarde, esta vez con zapatillas, volvió a ganar el oro en Tokio batiendo de nuevo el récord del mundo con 2h12:11. Se convertía en el primer atleta en revalidar el título olímpico de maratón, algo que después de él sólo ha conseguido el alemán Waldemar Cierpinski (Montreal'76 - Moscú'80). Y de nuevo lo logró de forma heroica e impresionante, porque sólo seis semanas antes había sido operado de apendicitis, lo que afectó a su programa de entrenamiento. Bikila rompió todos los esquemas. No sólo ganó, sino que acabó tan entero que esperó a sus rivales haciendo una tabla de gimnasia.

En los Juegos Olímpicos de México'68 Bikila, ya con 36 años, no pudo hacer triplete por culpa de unas molestias en su rodilla y, sobre todo, porque padeció el mal de altura, lo que le obligó a retirarse a los 15 kilómetros. Esa fue su última participación olímpica y la última vez que se le vio correr.

Al año siguiente, Abebe sufrió un accidente de coche (con el Volkswagen que le había regalado el Gobierno por su victoria en Tokio) al intentar esquivar a un grupo de estudiantes en una manifestación. Quedó parapléjico para siempre, algo que aceptó con la misma entereza que cuando obtuvo la gloria. "Los hombres de éxito conocen la tragedia. Fue la voluntad de Dios que ganase en los Juegos Olímpicos, y fue la voluntad de Dios que tuviera mi accidente. Acepto esas victorias y acepto esta tragedia. Tengo que aceptar ambas circunstancias como hechos de la vida y vivir feliz", dijo entonces.

Fue invitado a los Juegos de Múnich, donde impresionó verle en silla de ruedas al que había sido paradigma de la zancada. La ovación fue atronadora en todo el estadio olímpico. Un año después fallecía como consecuencia de una hemorragia cerebral producto de secuelas del accidente. En su país, más de 65.000 personas y con el emperador Haile Selassie I presente, despidieron a su héroe.

Prácticamente hasta su portentosa actuación en Roma'60, el continente negro no era nada en los Juegos Olímpicos. Bikila fue una inspiración para las siguientes generaciones. Desde entonces, los africanos han ido aumentando su poder en las carreras de fondo, siendo los auténticos dominadores mundiales. Su compatriota, Haile Gebrsselasie, otro de los grandes fondistas de la historia, lo resumió en su día de esta manera: "Bikila hizo que nosotros, los africanos pensáramos: 'Mira, él es uno de nosotros, si él puede hacerlo, nosotros podemos hacer lo mismo'".

Fuente: Diario Marca.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Cazador de Nazis

Simón Wiesenthal fue arquitecto, se tituló en la Universidad Técnica de Praga en 1932. En 1936 se casó con Cyla Mueller. Wiesenthal vivía en Leópolis, por entonces perteneciente a Polonia y en la actualidad parte de Ucrania, en el momento de iniciarse la Segunda Guerra Mundial.

A causa del Pacto Molotov-Ribbentrop, esta ciudad fue ocupada por la Unión Soviética. El padrastro y el hermanastro de Wiesenthal fueron asesinados a manos de la NKVD, la policía secreta soviética, y Wiesenthal fue forzado a cerrar su firma y a trabajar para el Estado. Cuando Alemania invadió la Unión Soviética en 1941, Wiesenthal y su familia fueron capturados en Checoslovaquia en la Solución Final nazi.

La esposa de Wiesenthal pudo ocultar su origen judío a los nazis a causa de sus facciones y pelo rubio y los falsos papeles que le fueron suministrados por la Resistencia polaca a cambio de diagramas de las intersecciones de la vía férrea que dibujó su marido, pero éste no fue tan afortunado.

Fue internado en doce campos de concentración durante más de cuatro años y escapó de milagro de la ejecución en numerosas ocasiones. En su encierro intentó suicidarse cortándose las muñecas para evitar la tortura. Wiesenthal consiguió tomar nota de los nombres de cada uno de los criminales nazis que participaron en el genocidio y una vez liberado por las tropas de EE.UU. se dedicó exclusivamente a buscarlos. Unos 89 miembros de su propia familia fueron asesinados por los nazis.

Wiesenthal fue liberado de Mauthausen por las fuerzas estadounidenses en 1945. Cuando éstos lo encontraron pesaba menos de 45 kg. Tan pronto como su salud mejoró, ofreció sus notas sobre los criminales nazis al Ejército de los Estados Unidos y trabajó recogiendo documentación para los procesos judiciales sobre los crímenes de guerra nazis realizados en los Juicios de Núremberg.

En 1947, él y treinta voluntarios más fundaron el Centro de Documentación Judía en Linz, Austria, con el propósito de recoger información para futuros procesos. Sin embargo, los Estados Unidos y la Unión Soviética perdieron el interés en promover procesos contra crímenes de guerra y el grupo se dispersó.

Pese a todo, Wiesenthal continuó reuniendo información en su tiempo libre mientras trabajaba en todo momento en ayudar a los afectados por la Segunda Guerra Mundial.

Durante este tiempo Wiesenthal fue una figura fundamental en la captura y procesamiento del principal ingeniero de la "solución final" o Endlösung, Adolf Eichmann. En 1954, Wiesenthal consiguió localizar e identificar en Buenos Aires al destacado criminal nazi Adolf Eichmann e informó de ello al Centro de Investigación del Holocausto Yad Vashem en Israel, cuyas autoridades eran inicialmente muy escépticas al respecto, pero finalmente el prófugo fue capturado por el Mosad, en la conocida "Operación Garibaldi".

Eichmann, el hombre que planificó la deportación y muerte en masa de judíos en Europa, fue secuestrado en 1960 en las afueras de la capital argentina, trasladado clandestinamente a Israel y finalmente sentenciado a muerte en 1961 y ejecutado en 1962, tras la celebración de un juicio trasmitido por televisión. Gracias a ello y ese mismo año, Wiesenthal reabrió su Centro de Documentación Judía con el apoyo de donaciones de todo el mundo. Continuó, pues, trabajando en otros casos. Entre sus mejores logros estuvo la identificación y captura de Karl Silberbauer, el oficial de la Gestapo responsable del arresto de Ana Frank, que fue descubierto en 1963 cuando trabajaba como inspector de policía en Viena.

La confesión de Silberbauer ayudó a desacreditar las voces de la historia revisionista en relación a que El Diario de Ana Frank era una farsa.

Durante este periodo Wiesenthal también localizó nueve de los dieciséis nazis juzgados en la Alemania Occidental por el asesinato de la población judía de Leópolis, la ciudad natal de Wiesenthal; el austriaco Franz Stangl, comandante de los campos de concentración de Treblinka y Sobibor, fue capturado en 1967 en Brasil gracias a su investigación, y el alemán Josef Schwammberger, comandante del gueto de Przemysl, fue detenido en 1987 en Argentina.

En los años 1970 se vio envuelto en la política austriaca cuando aseguró que muchos ministros del recién formado gobierno socialista de Bruno Kreisky habían sido nazis durante el tiempo en que Austria formó parte del Tercer Reich. Kreisky, también judío, atacó a Wiesenthal y lo calificó de Nestbeschmutzer (pájaro que ensucia su propio nido). A lo largo de los años Wiesenthal recibió muchas amenazas de muerte y, en 1982, explotó una bomba puesta en la parte exterior de su casa en Viena por neonazis alemanes y austriacos.

Tras 58 años de trabajo, Wiesenthal anunció en abril de 2003 su retiro, diciendo que había encontrado a todos los asesinos de masas que había estado buscando y les había sobrevivido:

"Si hay algunos pendientes, ya son demasiado viejos y débiles para afrontar ahora un juicio. Mi trabajo está hecho." Sin embargo, Según dijo Wiesenthal, el último gran criminal de guerra austriaco todavía vivo es Alois Brunner, mano derecha de Eichmann, de quien se dice se encuentra oculto en Siria.

Wiesenthal consiguió, a lo largo de su larga vida, llevar ante la justicia a más de 1.100 criminales de guerra y reos de la humanidad en todo el mundo. En cierto modo, el recién fundado Tribunal Penal Internacional se constituye en heredero de su necesaria e importante labor.

El 19 de febrero de 2004, Gran Bretaña decidió nombrar caballero honorífico a Wiesenthal en reconocimiento a "toda una vida de servicio a la humanidad." La orden de caballería también reconoció el trabajo del Centro Simon Wiesenthal. Wiesenthal también obtuvo la Medalla de oro del congreso de los Estados Unidos, la Medalla por la Libertad Holandesa, la Medalla por la Libertad de Luxemburgo, la Legión de Honor francesa así como las condecoraciones de los grupos de resistencia de Austria y Francia.

Wiesenthal falleció en Viena, mientras dormía el 20 de septiembre de 2005 a la avanzada edad de 96 años. Fue enterrado en Israel tres días más tarde, el 23 de septiembre.

Fuente: Wikipedia