domingo, 19 de agosto de 2007

Juan Bautista Cabral

(Saladas, Corrientes, ca. 1789 – San Lorenzo, provincia de Santa Fe, 3 de febrero de 1813) fue un soldado argentino del Regimiento de Granaderos a Caballo, que murió en la batalla de San Lorenzo al socorrer al entonces coronel José de San Martín, cuyo caballo había caído por el fuego enemigo. La providencial acción de Cabral en el bautismo de fuego de las fuerzas argentinas figura de manera conspicua en la iconografía patriótica, y le ha granjeado fama duradera.
Es poco lo que se conoce de la vida de Cabral; se lo sabe correntino, posiblemente de la localidad que hoy lleva su nombre en el municipio de Saladas y que era hijo de José Jacinto Cabral y de la morena Carmen Robledo. Cuando contaba con unos 23 años se incorpora al ejército en un contingente reclutado por el gobernador de Corrientes, Toribio de Luzuriaga. Enviado a Buenos Aires se incorporó en 1812 al segundo escuadrón de los recién creados Granaderos a Caballo. De acuerdo a la biografía que transmite Pastor Obligado, su diligencia y capacidad de mando le granjearon galones de cabo para diciembre de ese año, y de sargento al siguiente; la que recoge Bartolomé Mitre en su monumental Historia de San Martín y de la Emancipación Americana, por el contrario, lo hace soldado raso a la fecha del combate.
Independientemente de su grado, su acción crucial tuvo lugar a poco de comenzada la batalla, cuando el fuego enemigo derribó a la montura de San Martín y aprisionó a éste debajo del animal. Desafiando la tropa enemiga, que se aproximaba cargando con bayonetas, Cabral desmontó y ayudó al coronel a incorporarse. Los detalles exactos de la acción han sido embellecidos tantas veces por la hagiografía patria que es imposible determinar con exactitud cuan arriesgada resultó; en algunas interpretaciones, Cabral interpone su cuerpo como escudo entre las bayonetas realistas y San Martín, lo que parece poco probable. Con todo, resultó gravemente herido en la acción, si bien no murió en el campo de batalla sino en el refectorio del vecino convento de San Lorenzo, utilizado como hospital de campaña tras el enfrentamiento.

Carta de San Martín a la Asamblea.

“No puedo prescindir de recomendar particularmente a la familia del granadero Juan Bautista Cabral natural de Corrientes, que atravesado el cuerpo por dos heridas no se le oyeron otros ayes que los de viva la patria, muero contento por haber batido a los enemigos.”

Controversias en cuanto a su grado
Según Mitre, el grado de sargento le fue concedido post mortem en mérito a su arrojo en la batalla. Otros en cambio sostienen que no fue ascendido a Sargento por su acción. No existe documento alguno que así lo certifique. Si hay pruebas que San Martín dispuso colocar una placa en la entrada del viejo cuartel de Granaderos en el Retiro que recordaba al “Granadero Juan Bautista Cabral muerto en el campo de la gloria” y que en aquel cuartel, todos los días, cuando se pasaba lista se nombraba al Granadero Juan Bautista Cabral y el Sargento a cargo de la Compañía debía contestar “Muerto en el campo del honor Presente en el recuerdo de todos los Granaderos”
La historia lo ha convertido en un héroe nacional pero muy pocas personas saben realmente quién fue JUAN BAUTISTA CABRAL.

FUENTE:Wikipedia




"Muero contento, mi General; hemos batido al enemigo"

jueves, 9 de agosto de 2007

Le Petit Corporal

Napoleón I Bonaparte (1769-1821), militar y estadista francés, general republicano durante la Revolución, artífice del golpe de Estado del 18 de Brumario que le convirtió en gobernante de Francia como Primer Cónsul (Premier Consul) de la República, para convertirse posteriormente en Emperador de los Franceses (Empereur des Français). Conocido con los sobrenombres de le Petit Corporal (el Pequeño Cabo) por sus soldados y como Bony, el Ogro de Ajaccio y el Usurpador por sus enemigos.
Napoleón nació el 15 de agosto de 1769 en Ajaccio (Córcega) y recibió el nombre de Napoleone. Era el segundo de los ocho hijos de Carlos Bonaparte y Letizia Ramolino, miembros ambos de la pequeña burguesía corso-italiana. Su padre trabajaba como abogado y luchó por la independencia de Córcega; después que los franceses ocuparan la isla en 1768, ejerció como fiscal y juez e ingresó en la aristocracia francesa con el título de conde. Gracias a la influencia de su padre, la formación de Napoleón en Brienne y en la Escuela Militar de París estuvo subvencionada por el propio rey Luis XVI. Terminó sus estudios en 1785 —a los 16 años— y sirvió en un regimiento de artillería con el grado de teniente.
Napoleón es considerado como uno de los mayores genios militares de la Historia, habiendo comandado campañas bélicas muy exitosas, aunque con derrotas iguales de estrepitosas.
Durante el periodo de poco más de una década, adquirió el control de casi todo el occidente y parte central de Europa por conquistas o alianzas y solo fue tras su derrota en la Batalla de las Naciones cerca de Leipzig en octubre de 1813 que se vio obligado a abdicar unos meses más tarde. Regresó a Francia en lo que es conocido como los Cien Días y fue decisivamente derrotado en la Batalla de Waterloo en Bélgica, el 18 de junio de 1815, siendo exiliado a la isla de Santa Elena donde falleció.
Aparte de sus proezas militares, a Napoleón también se le conoce por el establecimiento del Código Napoleónico y es considerado por algunos un «monarca iluminado» por su extraordinaria capacidad de trabajo. Su memoria prodigiosa y su inigualable lucidez, le permitían conocer y recordar el más mínimo detalle. Nada dejaba librado al azar y no consentía que alguien improvisara. Otros, sin embargo, lo consideran un dictador tiránico cuyas guerras causaron la muerte de millones de personas.
La Francia napoleónica
Napoleón decidió abandonar a su ejército y regresar a Francia para salvar el país ante la crisis del Directorio. Cuando llegó a París se unió a una conspiración contra el gobierno. Bonaparte y sus compañeros tomaron el poder durante el golpe de Estado del 9-10 de noviembre de 1799 (18-19 de brumario según el calendario revolucionario) y establecieron un nuevo régimen, el Consulado. Según la constitución del año VIII, Napoleón, que había sido nombrado primer cónsul, disponía de poderes casi dictatoriales. La Constitución del año X, por él dictada en 1802, otorgó carácter vitalicio a su consulado y, finalmente, se proclamó emperador en 1804. El electorado mostró su respaldo absoluto a cada una de estas reformas. Bonaparte cruzó los Alpes con un ejército en 1800 y derrotó a los austriacos en la batalla de Marengo, con lo que su poder quedó afianzado. Entabló negociaciones para restablecer la paz en Europa y conseguir que el Rin fuera reconocido como la frontera oriental de Francia. Asimismo, firmó el Concordato de 1801 con el papa Pío VII, que apaciguó los ánimos en el interior del país al poner fin al enfrentamiento con la Iglesia católica, originado desde el inicio de la Revolución. En cuanto a la política interior, Napoleón reorganizó la administración, simplificó el sistema judicial y sometió a todas las escuelas a un control centralizado. La legislación civil francesa quedó tipificada en el Código de Napoleón y en otros seis códigos que garantizaban los derechos y libertades conquistados durante el periodo revolucionario, incluida la igualdad ante la ley y la libertad de culto.
La leyenda de Napoleón
El culto a Napoleón comenzó en vida del emperador; el propio Bonaparte lo fomentó durante su primera campaña divulgando sus victorias de forma sistemática. Como primer cónsul y emperador encargó la realización de obras hagiográficas a los mejores escritores y artistas de Europa y favoreció esta idolatría mediante la celebración de ceremonias conmemorativas de su gobierno en las que aparecía como el artífice de la época más gloriosa de Francia; solía decir que había conservado las conquistas de la Revolución Francesa y ofrecido sus beneficios a toda Europa en un intento de fundar una federación europea de pueblos libres.
Sus restos fueron trasladados a París en 1840 a petición del rey Luis Felipe I de Orleans y se enterraron con grandes honores en los Inválidos, donde permanecen actualmente.


FUENTE: http://www.monografias.com/ http://es.wikipedia.org/


Las batallas contra las mujeres son las únicas que se ganan huyendo.
Los sabios buscan la sabiduría; los necios creen haberla encontrado.
La victoria tiene cien padres y la derrota es huérfana.
La realidad tiene limites; la estupidez no.

sábado, 4 de agosto de 2007

Jean d'Arc

Juana de Arco (Domremý, 6 de enero de 1412 - Ruán, 30 de mayo de 1431), también conocida como la Doncella de Orleans (o, en francés, la Pucelle), fue una heroína y santa francesa. Su festividad es el día de su muerte, como es tradición en la Iglesia Católica, el 30 de mayo. Nacida entre 1407 y 1412, con 17 años encabezó el ejército real francés.
Convenció al rey Carlos VII de que expulsaría a los ingleses de Francia y este le dio autoridad sobre su ejército en el sitio de Orleans, la batalla de Patay y otros enfrentamientos en 1429 y 1430. Estas campañas revitalizaron la facción de Carlos VII durante la Guerra de los Cien Años y permitieron la coronación del monarca. Como recompensa, el rey absolvió al pueblo natal de Juana de Domrémy de pagarle anualmente (esta ley estuvo en vigor hasta hace cien años). Los borgoñones la capturaron y la entregaron a los ingleses. Los clérigos la condenaron por herejía y el duque Juan de Bedford la quemó viva en Ruán. La gran mayoría de datos sobre su vida se basan en las actas de ese proceso, pero son en cierta forma provistos de descrédito, pues según diversos testigos del juicio, fueron llenos de correcciones y datos falsos introducidos por orden del obispo Cauchon. Entre estos testigos estaba el escribano oficial, designado sólo como Manchon, que afirma que en ocasiones había secretarios escondidos detrás de las cortinas de la sala esperando instrucciones para borrar o agregar cosas de las actas.
25 años después de su condena, el Rey Carlos VII somete a la Iglesia a que revise aquel juicio Inquisitorial, a lo cual el Papa Nicolás V responde a que no era conveniente reabrir el proceso de Juana debido a la reciente conquista de Francia sobre Inglaterra para no alborotar a los Ingleses, sin embargo la familia de Juana reune las pruebas necesarias y se las envia al Papa, pero este definitivamente dice que no reabrirá el proceso. Cuando el Papa Nicolás V muere, el Papa Español Calixto III (Alfonso de Borja) sube al trono el 8 de Abril de 1456 y es quien se dispone a reabrir el proceso. Su inocencia fue reconocida en ese mismo año, en una apelación del juicio, gracias a un proceso donde hubo muchos testimonios y se declaró herejes a los jueces que la habían condenado. Finalmente, ya en el siglo XX, en 1909 fue beatificada y posteriormente declarada santa en 1920 por el Papa Benedicto XV. Ese año fue declarada como la santa patrona de Francia.

LAS PREMONICIONES DE JUANA
Su padre Jacques d'Arc era una persona con cierto don. Eso lo podríamos decir hoy en día, ya que en varias ocasiones salvó a su aldea de las incursiones militares, tras tener ciertas sensaciones premonitorias. También fue advertido oníricamente del futuro de su hija, al menos en parte.
A los 17 años, en una jornada estival, al mediodía, Juana tiene su primera visión. A esa hora del día se hallaba orando junto al jardín, al lado de la casa de su padre, cerca de la iglesia, cuando oyó una voz que le decía: "Juana, hija de Dios, sé buena y prudente, frecuenta la iglesia y pon tu confianza en el Señor". Sintió miedo. Pero, al dirigir su mirada en la dirección de donde provenía la voz, vio un rostro muy bello, en medio de una deslumbrante claridad, que expresaba a la par fuerza y dulzura. A partir de entonces comenzaría para ella una relación muy frecuente con los Espíritus encargados de hacerla cumplir su misión.
Un día, el arcángel San Miguel y las santas que le acompañaban, Santa Margarita y Santa Catalina, le hablan de la mala situación en que el país se halla. Le dicen que debe acudir en auxilio del delfín, con objeto de que recupere su reino. La primera reacción de Juana es negarse: "Soy una pobre muchacha que no sabe montar a caballo y mucho menos luchar". "No te preocupes, hija de Dios, que yo seré tu ayuda" - le responde la voz.
Durante las batallas de Orleáns vivió sueños premonitorios, incluido el de una herida en su hombro causada por una flecha. Avisaba de los rehenes que aprisionarían, por dónde atacarían, etc. En una de las contiendas había pactado con uno de sus caballeros que ella esgrimiría su estandarte para dar la señal de avance. Pero las voces no le dijeron nada. Al estar herida, el estandarte fue llevado por otro caballero y este a su vez lo pasó a uno que llamaban "el vasco", pero ella no lo conocía. Vio el estandarte de lejos y creyó que se lo habían robado. El soldado no la reconoció y hecho a correr temeroso de que se lo quitara. El capitán vio moverse la tela blanca curiosamente fluorescente en la noche (no existían en ese tiempo tejidos fluorescentes) y reconoció también la inconfundible armadura de la chica, así que la lucha se inició. La casualidad (o el deseo Divino) hizo que vencieran. La leyenda estaba forjada. La primera parte de su destino cumplida y las voces la apremiaban para que fuera a Reims a ayudar al rey a convertirse como tal. En la visita que hizo con tal motivo a Carlos, fue recibida entre el jubilo de las masas. Recibió una de las pocas muestras de cariño de Carlos, un ligero abrazo, pero siguió atosigada por preguntas. En esta ocasión se lo pidió el rey, ella accedió ha hablar de ellas. Cuando se sentía preocupada se ponía a rezar, entonces sentía como la inundaba la esencia divina. Se llenaba de júbilo. "Desearía hallarme eternamente en ese estado", confesó. Cuando le hablaban sentía como si fuera transportada por "un maravilloso arrebato y alzaba los ojos al cielo"...Cada día el monarca estaba mas impresionado o asustado con la joven. La impaciencia de esta chica, que le había dicho "utilízame duraré poco más de un año; hagamos durante él cuanto sea posible", le tenía muy inquieto. Y mandó su ejército al norte para conquistar Reims. Conforme iban avanzando ganaban sorprendentemente terreno al enemigo, cuando estos no levantaban el campamento y huían. Pero, ¿por qué esta muchacha quería coronarlo precisamente allí?. Tal vez la respuesta era tan simbólica como histórica. En el 496 San Remigio coronó allí al primer monarca cristiano de Francia, Clodoveo. Dicen que el rey fue ungido por óleo de una paloma blanca que le fue dado al santo. Un óleo que aún se conserva allí como reliquia. Otra creencia hablaba de que jamás se gastaba por más que fuera utilizado.
Los fenómenos de audición, visión y premonición que acompañaron a Juana de Arco en casi toda su vida fueron el claro exponente de la mediumnidad de videncia, audición e intuición que poseía. Las voces que la orientaron y asistieron en los graves y decisivos momentos de su vida no eran otras que las de sus Espíritus Guías y Protectores.



Los hombres pelean; sólo Dios da la victoria.