sábado, 4 de agosto de 2007

Jean d'Arc

Juana de Arco (Domremý, 6 de enero de 1412 - Ruán, 30 de mayo de 1431), también conocida como la Doncella de Orleans (o, en francés, la Pucelle), fue una heroína y santa francesa. Su festividad es el día de su muerte, como es tradición en la Iglesia Católica, el 30 de mayo. Nacida entre 1407 y 1412, con 17 años encabezó el ejército real francés.
Convenció al rey Carlos VII de que expulsaría a los ingleses de Francia y este le dio autoridad sobre su ejército en el sitio de Orleans, la batalla de Patay y otros enfrentamientos en 1429 y 1430. Estas campañas revitalizaron la facción de Carlos VII durante la Guerra de los Cien Años y permitieron la coronación del monarca. Como recompensa, el rey absolvió al pueblo natal de Juana de Domrémy de pagarle anualmente (esta ley estuvo en vigor hasta hace cien años). Los borgoñones la capturaron y la entregaron a los ingleses. Los clérigos la condenaron por herejía y el duque Juan de Bedford la quemó viva en Ruán. La gran mayoría de datos sobre su vida se basan en las actas de ese proceso, pero son en cierta forma provistos de descrédito, pues según diversos testigos del juicio, fueron llenos de correcciones y datos falsos introducidos por orden del obispo Cauchon. Entre estos testigos estaba el escribano oficial, designado sólo como Manchon, que afirma que en ocasiones había secretarios escondidos detrás de las cortinas de la sala esperando instrucciones para borrar o agregar cosas de las actas.
25 años después de su condena, el Rey Carlos VII somete a la Iglesia a que revise aquel juicio Inquisitorial, a lo cual el Papa Nicolás V responde a que no era conveniente reabrir el proceso de Juana debido a la reciente conquista de Francia sobre Inglaterra para no alborotar a los Ingleses, sin embargo la familia de Juana reune las pruebas necesarias y se las envia al Papa, pero este definitivamente dice que no reabrirá el proceso. Cuando el Papa Nicolás V muere, el Papa Español Calixto III (Alfonso de Borja) sube al trono el 8 de Abril de 1456 y es quien se dispone a reabrir el proceso. Su inocencia fue reconocida en ese mismo año, en una apelación del juicio, gracias a un proceso donde hubo muchos testimonios y se declaró herejes a los jueces que la habían condenado. Finalmente, ya en el siglo XX, en 1909 fue beatificada y posteriormente declarada santa en 1920 por el Papa Benedicto XV. Ese año fue declarada como la santa patrona de Francia.

LAS PREMONICIONES DE JUANA
Su padre Jacques d'Arc era una persona con cierto don. Eso lo podríamos decir hoy en día, ya que en varias ocasiones salvó a su aldea de las incursiones militares, tras tener ciertas sensaciones premonitorias. También fue advertido oníricamente del futuro de su hija, al menos en parte.
A los 17 años, en una jornada estival, al mediodía, Juana tiene su primera visión. A esa hora del día se hallaba orando junto al jardín, al lado de la casa de su padre, cerca de la iglesia, cuando oyó una voz que le decía: "Juana, hija de Dios, sé buena y prudente, frecuenta la iglesia y pon tu confianza en el Señor". Sintió miedo. Pero, al dirigir su mirada en la dirección de donde provenía la voz, vio un rostro muy bello, en medio de una deslumbrante claridad, que expresaba a la par fuerza y dulzura. A partir de entonces comenzaría para ella una relación muy frecuente con los Espíritus encargados de hacerla cumplir su misión.
Un día, el arcángel San Miguel y las santas que le acompañaban, Santa Margarita y Santa Catalina, le hablan de la mala situación en que el país se halla. Le dicen que debe acudir en auxilio del delfín, con objeto de que recupere su reino. La primera reacción de Juana es negarse: "Soy una pobre muchacha que no sabe montar a caballo y mucho menos luchar". "No te preocupes, hija de Dios, que yo seré tu ayuda" - le responde la voz.
Durante las batallas de Orleáns vivió sueños premonitorios, incluido el de una herida en su hombro causada por una flecha. Avisaba de los rehenes que aprisionarían, por dónde atacarían, etc. En una de las contiendas había pactado con uno de sus caballeros que ella esgrimiría su estandarte para dar la señal de avance. Pero las voces no le dijeron nada. Al estar herida, el estandarte fue llevado por otro caballero y este a su vez lo pasó a uno que llamaban "el vasco", pero ella no lo conocía. Vio el estandarte de lejos y creyó que se lo habían robado. El soldado no la reconoció y hecho a correr temeroso de que se lo quitara. El capitán vio moverse la tela blanca curiosamente fluorescente en la noche (no existían en ese tiempo tejidos fluorescentes) y reconoció también la inconfundible armadura de la chica, así que la lucha se inició. La casualidad (o el deseo Divino) hizo que vencieran. La leyenda estaba forjada. La primera parte de su destino cumplida y las voces la apremiaban para que fuera a Reims a ayudar al rey a convertirse como tal. En la visita que hizo con tal motivo a Carlos, fue recibida entre el jubilo de las masas. Recibió una de las pocas muestras de cariño de Carlos, un ligero abrazo, pero siguió atosigada por preguntas. En esta ocasión se lo pidió el rey, ella accedió ha hablar de ellas. Cuando se sentía preocupada se ponía a rezar, entonces sentía como la inundaba la esencia divina. Se llenaba de júbilo. "Desearía hallarme eternamente en ese estado", confesó. Cuando le hablaban sentía como si fuera transportada por "un maravilloso arrebato y alzaba los ojos al cielo"...Cada día el monarca estaba mas impresionado o asustado con la joven. La impaciencia de esta chica, que le había dicho "utilízame duraré poco más de un año; hagamos durante él cuanto sea posible", le tenía muy inquieto. Y mandó su ejército al norte para conquistar Reims. Conforme iban avanzando ganaban sorprendentemente terreno al enemigo, cuando estos no levantaban el campamento y huían. Pero, ¿por qué esta muchacha quería coronarlo precisamente allí?. Tal vez la respuesta era tan simbólica como histórica. En el 496 San Remigio coronó allí al primer monarca cristiano de Francia, Clodoveo. Dicen que el rey fue ungido por óleo de una paloma blanca que le fue dado al santo. Un óleo que aún se conserva allí como reliquia. Otra creencia hablaba de que jamás se gastaba por más que fuera utilizado.
Los fenómenos de audición, visión y premonición que acompañaron a Juana de Arco en casi toda su vida fueron el claro exponente de la mediumnidad de videncia, audición e intuición que poseía. Las voces que la orientaron y asistieron en los graves y decisivos momentos de su vida no eran otras que las de sus Espíritus Guías y Protectores.



Los hombres pelean; sólo Dios da la victoria.

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