sábado, 28 de junio de 2008

Francisco de Paula Castañeda


Nació en Buenos Aires en 1776. Cursó las primeras letras con un maestro particular y en la Escuela de San Miguel, y los estudios preparatorios en el Real Colegio de San Carlos. En 1793 se incorporó a la orden franciscana y a principios de 1798 viajó a Córdoba, donde se ordenó sacerdote dos años después. De inmediato obtuvo por oposición la cátedra de filosofía en la prestigiosa Universidad de esa ciudad, que entonces era dirigida por los franciscanos. Poco después regresó a Buenos Aires donde ocupó una cátedra de teología.

Al producirse las invasiones inglesas, ejerció el cargo de capellán de los soldados católicos irlandeses. Apoyó decididamente la Reconquista, y ayudó a muchos de sus irlandeses a desertar y unirse a las fuerzas rioplatenses. Pronunció un discurso en la Catedral que llamó mucho la atención. Fue capellán de uno de los cuerpos que se formó para la Defensa contra la segunda invasión inglesa.

Fue un decidido apoyo para la Revolución de Mayo desde el púlpito; era un gran orador religioso, y se convirtió en un excelente orador político. Desde mediados de la década de 1810 comenzó a escribir poesías en los periódicos porteños. Por esa época fundó una escuela de artes y oficios en el Convento de la Recoleta, consiguiendo que el Estado la sostuviera. También consiguió la fundación de dos escuelas primarias en la capital.

Fue casi el único clérigo que se animó a pronunciar el sermón patriótico del 25 de mayo de 1815, cuando todos estaban asustados por la noticia del regreso de Fernando VII al trono español.

El padre Castañeda fue luego un opositor a la reforma eclesiástica rivadaviana, puesta en práctica en la Provincia de Buenos Aires en 1822, durante el gobierno de Martín Rodríguez, y llegó a fundar hasta once periódicos para expresar sus ideas contrarias al Gobierno. Bernardino Rivadavia, que no pudo soportar esa oposición sistemática, cerró sucesivamente los periódicos publicados y terminó por desterrar a Castañeda de la Provincia de Buenos Aires, por cuatro años.


De ahí que el historiador Adolfo Saldías haya podido escribir, en 1907, que fue él, "quien creó en Buenos Aires ese poder que se llama la prensa, como que por él y contra él, principalmente, se sancionaron las leyes sobre la libertad de imprenta que han prevalecido más de sesenta años".

No obstante el rigor de la medida adoptada, Castañeda no se silenció y continuó su prédica, primero desde Montevideo y luego desde Santa Fe, donde publicó también varios periódicos.

En esta Provincia, con el apoyo del gobernador Estanislao López,pudo proseguir su obra educativa y en noviembre de 1823 fundó una escuela en el Rincón de Antón Martín.

En el año 1827 Castañeda pasó a Entre Ríos, donde estableció una escuela de primeras letras en San Miguel de la Bajada del Paraná y otra en San José Feliciano.


Castañeda en pleno ejercicio de su actividad religiosa y docente, dejó de existir el 11 de marzo de 1832, en la ciudad de Paraná, a los 56 años de edad. Por expreso pedido de Juan Manuel de Rosas, entonces gobernador de la Provincia de Buenos Aires, sus restos fueron trasladados a la ciudad porteña, donde fueron depositados en el panteón del Convento de San Francisco, el 28 de julio del mismo año.

El Padre Castañeda, alias “Carancho”, luchó incansablemente con su pluma filosa en los periódicos que el mismo fundaba, entre otros:

“El Lobera”
“La Verdad Desnuda”
“Vete Portugués que aquí no es”.
"Eu no me meto con ninguem"
"ven portugués que aquí es"
"Buenos Aires cautiva"
"Nación Argentina decapitada por el nuevo catilina Juan Lavalle."
“El Doña María Retazos”
“El despertador Teofilantrópico Misticopolítico”
“El Doña Matrona Comendadora de los cuatro periodistas”
“El desengañador gauchi-político, fedeimontonero, chacuacoriental, chotiprotector,
putripublicador de todos los hombres que viven y mueren descuidados en el siglo diez y nueve de nuestra era cristiana”.


Desde sus periódicos descargó sus dardos y su artillería verbal contra sus enemigos políticos, a quien no dudó en ridiculizar y poner originales apodos, utilizando seudónimos que el mismo se atribuía.

Tuvo la predilección por los seudónimos con “Doña”. En el “Desengañador Gauchipolitico” del 5 de agosto de 1820 firmaba un Comunicado como “Doña viuda de la Patria” y en distintas oportunidades lo hizo con “”Doña Aburrida de Ingratos”, “Doña a Veces me Falta la Paciencia”, “Doña Detesta Niños”, “Doña Honesta Recreación, “Doña Lección no Interrumpida”, “Doña Estense los Cristos Quedos” o “Doña Mejor Jugador no Debe Quedar sin Cartas”.

Ofendido por los apodos que el Padre Castañeda le endilgaba, el general Hilarión de la Quintana lo llamó “Fraile Bigardo” (Fraile desenvuelto y de vida libre) y lo amenazó con hacerle dar “cincuenta azotes borneados por un negro” . Lejos de amedrentarse, el fraile le respondió al militar:


“Mientras el general con su espada ande buscando el corazón de Fray Francisco, entre tanto sayal y tanta jerga, el Padre Fray Francisco le encontrará la boca y no le dejará diente a vida ni para comer mazamorra”


A Bernardino Rivadavia le dedicó estos versos:


"No hay provenir maravilloso
ni otro contenido más delicado
que librarse del Sapo del Diluvio
El Sapo es Rivadavia o Rivaduvio
o el Robespierre el renegado".





Fuentes:
Centro de Estudios Hispanos
LaGazeta.com.ar

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